En el eterno oriente brillan las luces de aquellos hermanos, de la Gran Logia Unida Mexicana,
su viaje iniciaron, columna en mano,
al más allá se encaminaron,
dejando huellas de fraternidad en cada paso.
Bajo el dosel estrellado, sus nombres resonarán,
como símbolos eternos de virtud y luz que dejarán,
la logia llora la partida, pero celebra la llegada,
a un oriente sin ocaso, donde la paz se abraza.
En cada ritual, sus voces se unen en eco,
un canto de hermandad que en el viento lleva el eco, con mandiles y joyas,
transcurre su viaje etéreo, en el gran templo del tiempo,
en lo eternamente serio.
Sus enseñanzas perduran como antorchas en la noche,
guiando a los aprendices con sabiduría y derroche, la logia guarda sus recuerdos como tesoros preciados,
en el archivo del alma, donde los lazos son sellados.
Hermanos en el oriente eterno, descansen en paz,
su legado perdura, como luz que nunca deshaz,
en la Gran Logia Unida Mexicana, su espíritu vivirá,
en cada plenilunio, en cada canto, en cada paso que se dé.